viernes, 1 de mayo de 2009

TE RECUERDO...

Te recuerdo primero con los ojos cerrados. Estás tumbado en la cama deshecha, con las sábanas casi pegadas al cuerpo desnudo, con las manos debajo de la cabeza. Con los ojos de mar, azules casi negros, cerrados. Con la sonrisa intacta sabiendo que te estoy mirando e intentando aguantarte sin estallar en risas que me descubran que estás despierto y has estado escuchando todos mis pasos desde que me he levantado. Después me explicas cada movimiento, el ruido al tirar de la cadena, mis pies arrastrándose por el parqué para buscar la toalla, la puerta del armario que se abre en un susurro, el sonido del agua de la ducha, las ganas de levantarte de la cama y sorprenderme dentro de la bañera, que siempre se quedan en ganas porque te puede el cansancio de no haber dormido casi. El beso que te doy antes de salir del cuarto, y tu voz, siempre quebrada, preguntando si acabo de afeitarme al notar mi perfil áspero sin restos de la barba una semana olvidada. Te recuerdo también entrando en la cocina en calzoncillos, el beso de buenos días que sabe a pasta de dientes, la mirada que siempre se te escapa hacia la cafetera, esperando que haya sobrado un poco para ti, como sucede siempre.

Recuerdo tus manos cerrando la puerta antes de salir a trabajar, recuerdo tu sonrisa detrás de la barra, tus ojos disimulando la vergüenza ante el interés evidente de alguna chica borracha en una noche de fiesta. Te recuerdo llegando al trabajo cuando yo salgo hacia casa, el beso furtivo en la puerta del bar diciendo hasta mañana, o hasta la noche si no llego demasiado tarde hoy. Tus entradas silenciosas en la habitación a las 4 de la mañana, los movimientos sigilosos al quitarte el abrigo, el jersey y el pantalón, te recuerdo mirando a ver si estoy despierto, y entonces, si decido abrir los ojos, si ha sido un buen día, tus movimientos quitándote también la camiseta y entrando en la cama por el lado contrario. Y mi sonrisa, y tu mirada. Los besos llenos de esperanzas y deseos, las manos llenas de sueños de que el mundo fuera distinto.

Te recuerdo discutiendo en la calle, sin poder evitar contestar a la gente que nos mira confundidos y se siente avergonzada cuando nos damos la mano. Gritando en respuesta de algún insulto sin importancia que llega después de muchas horas de incomprensión. Te recuerdo defendiendo tu vida y tu derecho a amarme sobre todas las cosas. Te recuerdo defendiendo tu orgullo de ser como siempre has sido, de hacer todo tal como lo sientes. Te imagino después llorando, agotado de tantos prejuicios. Te recuerdo también al principio, cuando sólo éramos dos miradas curiosas, dos pares de ojos descubriéndose a sí mismos. Recuerdo primero el sexo de espaldas, y poco a poco el amor de frente y luego también de espaldas. Tus manos en mi ombligo, mis manos en el tuyo. Los nervios, las sorpresas, el miedo a nosotros mismos y a nuestros sentimientos.Recuerdo nuestra casa. Tu cepillo de dientes en mi bote del baño. Mis libros y tus discos en las estanterías. Mi ordenador, tus cuadros, mi pecera. El sofá del salón, la mesa de tu cuarto. Tu ropa por el suelo en nuestra habitación, mi ropa por el suelo en el cuarto de baño.

No recuerdo ninguna de las peleas, que las hubo, ninguna de las veces que juré no volver, que juraste dejarme. No recuerdo las horas de dudas, las noches en la cama vacía pensando si estarás cambiando de opinión. Las medias palabras, las verdades a medias. Los gritos en la cocina con la ventana abierta.

No recuerdo el accidente, no recuerdo la ambulancia ni cuanto tiempo estuviste esperando para ver si me despertaba. No recuerdo la gente llorando a mi alrededor, ni la gente sintiendo lástima por ti. Pero recuerdo tus ojos, no dejo de recordarlos. Quién diga que la vida se te pasa entera por delante en un solo segundo se equivoca. No es la vida entera y dura para siempre.

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